La adrenalina de Isabela, entre sinfonías y voleibol

10 enero, 2018


Autor: Luisa Fernanda Cataño
Fotográfo: Andrés Ángel

En Santander hay una ciudad muy colonial en donde la música andina predomina y suena por sus calles de caminos de piedra: Barichara. Es la cuna de grandes artistas y deportistas no por su estatura, como expresa el entrenador del equipo de voleibol femenino Barichara, German Córdoba, sino por el talento en esta disciplina.

Isabela Quintero sí que se destaca por su altura para el juego y su talento para la música. Con tan solo 12 años, es la más alta del equipo de esta localidad santandereana en el Festival de Voleibol del Festival de Festivales, donde participa por primera vez. “El año pasado me trajo el entrenador porque él quería que yo viera cómo se jugaba un encuentro grande como lo es este, él creía mucho en mi talento. Yo solo pude ver y gracias a eso acá estoy este año”, recuerda Isabela.

La fortuna no es un acumulativo en pesos, es también una sumatoria de destrezas. Isabela cuenta con el apoyo de sus padres en todo momento y gracias a ellos hoy acumula una vivencia más con su participación en el Festival de Festivales y con los demás talentos que posee. Isabela, aparte de jugar al voleibol, toca el violín y canta como solista y en coro. También estuvo un tiempo practicando patinaje, pero lo tuvo que dejar por falta de tiempo.

Isa, como le dicen, ha participado en el concurso de la canción andina e inglesa de su institución educativa y fue ganadora del festival de la canción en San Gil. “Cantar y tocar violín me apasiona mucho porque lo hago desde los 6 años y me he hecho conocer. Siempre estoy cantando, mis compañeras del equipo me hacen callar” expresa emocionada entre risas: “pero prefiero jugar vóley, porque siento mucha adrenalina por dentro, me gusta moverme y sentir toda esa pasión con cada juego”.

Entre sus planes a futuro está tener mucho tiempo para seguir practicando todo lo que le encanta y poder contar con el apoyo incondicional de sus padres. A sabiendas de su único y último año en el Festival de Festivales, espera que se le abran muchas puertas y que la adrenalina que le brinda el voleibol pueda seguir brillando en ella como una gran deportista de 172 centímetros y que su voz y talento con el violín suene hasta los cielos.