“La hidrocefalia no ha sido un impedimento para jugar al baloncesto”

15 febrero, 2023

El jugador santuariano acumuló dos participaciones en el Babybaloncesto con una condición especial que no le ha impedido jugar al deporte que le apasiona.

Por Jose David Chalarca Suescum

Juan José tiene una válvula especial dentro de su cabeza para jugar al baloncesto. Si bien uno de los síntomas de esta condición es debilidad en las piernas, el jugador número 11 se mueve por toda la cancha y hace cambios de ritmo, apoyando a sus compañeros y creando situaciones de peligro, desde hace más de 2 años. 

Aunque se ha tenido que operar seis veces para controlar la hidrocefalia que padece desde su corta edad, el joven alero fue uno de los jugadores más importantes para el técnico Stiven Montes del equipo del Municipio del Santuario.

“Gracias a las operaciones puedo seguir mi vida común y corriente. Yo tengo una válvula dentro de la cabeza, y con eso puedo seguir adelante”, expresó Ocampo.

En un principio, Juan José quiso jugar al fútbol, pero debido al peligro que podría ocasionar para él un deporte con contacto, prefirió dedicarse al baloncesto, en donde destaca por su inteligente juego de pases y sacrificio en defensa.

A veces, Juan José siente náuseas y dolores de cabeza antes de los partidos, pero eso no basta para detenerlo. Sus padres también lo han motivado para que siga practicando a la pelota naranja, ya que para él se ha convertido en una especie de terapia infaltable para continuar jugando a sus 13 años y aprender de sus máximos referentes, Stephen Curry y James Harden.

De los 576 niños que participaron en la edición #18 del Babybaloncesto Comfenalco Antioquia, él es único que juega con una condición médica especial. Juan José lo sabe y antes le da gusto saberlo, pues justamente cree que eso es lo que lo diferencia del resto, y le da la posibilidad de demostrarles a todos jugadores rivales que no se confíen.

En el partido contra el Municipio de Jardín se presentó uno de los más grandes reto para él y el resto de sus compañeros, pues el conjunto jardineño, colider del grupo D, quería sellar su clasificación contra los santuarinos en la penúltima fecha del todos contra todos. Juan José lo sabía, y siguiendo la instrucción de su entrenador, salió en disputa del partido y de todos los balones como si fuera el último.

En una de esas férreas luchas por la pelota naranja, Juan José cayó y se golpeó al suelo. Las alarmas de su entrenador y sus compañeros se encendieron, pero él se levantó y siguió luchando cada balón, como si hubiera pasado inadvertido, porque sabía que debía esforzarse, al igual que el resto, si quería demostrar todas sus capacidades en defensa.

Aunque a los minutos siguientes salió del campo por precaución, el entrenador lo volvió a colocar dentro del campo al poco tiempo, pues su esfuerzo era notable, y él lo reconocía también. De hecho, ese es uno de los lemas de Juan José Ocampo: “el esfuerzo hace la diferencia”.

Una vez adentro, como se esperaría de él, siguió peleando cada rebote, pelota en el aire o jugada de peligro. Aunque al final su equipo no pudo derrotar al jardineño en el Coliseo Iván de Bedout, ni él ni sus compañeros parecían derrotados. 

Al final, a Juan José se le escaparon unas cuántas lágrimas, pero en su cara se podía ver su tenacidad y espíritu para seguir luchando. Si bien no se lo pregunté directamente, sí puedo asegurar, como testigo de la escena, que eran lágrimas de vencedor.

Quizás él no haya ganado ese día, pero en cierta manera, sí le ayudó a ratificar que es necesario luchar por los objetivos, sin importar cuanto cuesten. 

Y seguramente lo seguirá haciendo, tanto dentro como afuera de la cancha, para cumplir uno de sus sueños: la medicina deportiva.

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