Una alegría discreta

18 enero, 2019


Por: Luisa María Gallo G
Fotografía por: Andrés Henao

Valeria Pérez hace el saludo e ingresa al tatami con su cabello trenzado sostenido en una coleta, que minutos después tendrá que recoger aún más, al igual que su contrincante, para evitar que entorpezca el combate.

Tiene once años y hace dos comenzó a practicar Judo, cuando “una señora que nos cuidaba a mi hermano y a mí nos contó que este deporte existía”. Es con su hermano Santiago, un año menor que ella, que llega a los entrenamientos de los lunes y viernes los cuales duran dos horas. Sabe que es una niña fuerte, pero cuando entrena con su hermano siente que es él quien tiene más fuerza.

Dice con timidez que para hacer un buen combate se necesitan buenos reflejos, fuerza y elegir la mejor manera de sujetar a la oponente, por eso realiza más de tres tipos de agarres para derribarla, pues siempre compite con mujeres y a veces practica alguna técnica con su hermano.

Algunos de sus compañeros del colegio, de séptimo grado, saben que practica Judo aunque es un deporte que pocos de ellos conocen. Afortunadamente Valeria llegó a él, a pesar de que siente nervios antes de cada competencia, como también los sentía el año pasado que participó en la primera edición del Baby Judo Indeportes Antioquia, nervios que no siente cuando juega fútbol en sus tiempos libres.

Desde la comuna 4 Aranjuez su papá la acompañó a las competencias durante el Festival de Festivales, y con la misma seriedad con la que Valeria subió al podio a recibir la medalla de oro, él la grabó satisfecho desde las tribunas mientras ella alzaba las manos en señal de victoria. Con una alegría discreta Valeria celebra sus aprendizajes como judoca.