El Babyparataekwondo es un desafío que le encanta a Carlos Andrés López

Foto: Sebastián Gómez Vásquez

Por: Sebastián Gómez Vásquez

En un mundo donde los límites suelen definirse de manera estricta, Carlos López, de 25 años y con Síndrome de Down, desafía las expectativas en cada patada. Su pasión por el taekwondo no solo le brinda habilidades físicas, sino que también le enseña sobre la superación personal y la concentración. Junto a su entrenador, Pedro Bedoya, ha encontrado un espacio donde puede brillar y demostrar que con esfuerzo todo es posible. Algo que dejó claro en el Festival de Festivales 2025. “Me gustan las patadas y hacer los poomsaes”, exclamó con una gran sonrisa.

En agosto de 2020, Pedro y su equipo iniciaron un proyecto llamado “Taekwondo Adaptado a Colombia”, ofreciendo clases virtuales. “Empezamos a dar clases virtuales, y Carlos y sus compañeros de Ipiales han sido muy juiciosos”, mencionó el entrenador. Esta iniciativa ha permitido que muchos jóvenes, como Carlos, continúen su entrenamiento desde la comodidad de sus hogares.

Durante las clases, los alumnos trabajan en técnicas de defensa, patadas y golpes, enfocándose en memorizar movimientos y mejorar su ejecución. “Requiere mucha concentración y repetición”, explicó Pedro. De hecho, a pesar de los desafíos que enfrenta, Carlos ha demostrado un compromiso admirable, esforzándose por realizar cada movimiento de manera correcta y con fuerza.

La especialización de Pedro en enseñar a personas con discapacidad intelectual ha sido fundamental en el desarrollo de Carlos y sus compañeros. “El taekwondo no solo es un deporte, es una forma de vida que les enseña disciplina y autoconfianza”, afirmó él. Esta metodología inclusiva no solo empodera a los jóvenes, sino que también crea un entorno donde cada uno puede aprender a su propio ritmo y disfrutar de los beneficios del taekwondo.

Carlos López es un recordatorio poderoso de que el coraje y la pasión pueden superar cualquier limitación. A través del taekwondo, ha encontrado un camino para expresarse, crecer y conectarse con los demás. Hoy, junto a su entrenador y el Festival de Festivales, están construyendo un legado de inclusión, demostrando que, en el tatami, todos son guerreros y cada patada cuenta.