Autor: Alexander Herrera Gil
Fotografo: Manuel “El Chino” Quintero
Después del saludo protocolario de los equipos, camina hacia la portería norte, donde pone su toalla blanca. La cargó en su hombro izquierdo desde que salió del camerino. Es el tercer partido del día, 10:30 a.m., el sol hace su presencia, y con mucha fuerza. La tribuna vibra con los saltos y canticos de las familias “Que los vengan a ver, somos una familia…”. Inicia el partido.
Desde un comienzo muestra su liderazgo. Saca su defensa con autoridad, da instrucciones a sus laterales para cerrarse, manda el equipo a jugar más arriba. Juan David Morantes, con 12 años y 1:70 de estatura, con su uniforme blanco y rojo, con número 18, medias negras y guantes amarillos, es el cancerbero del equipo de Chía.
Desde los sietes años viene trabajando con su pasión, iniciada en partidos de barrio con sus amigos en Granjitas, Cajicá. Muestra buenos reflejos con varios remates: Atajadas en dos tiempos, encaje en disparos secos y achique. A pesar de eso, el rival con su número 7 rompió su “red”.
Pero para este hincha de Atlético Nacional, ídolo de Franco Armani y David Ospina, sus atajadas dan fruto con el gol del empate. El 10 de su equipo lo marca de penal. Mira al cielo, aprieta sus puños, salta, aplaude, camina hasta su compañero, 30 centímetros menor que él, para abrazarlo. Regresa al arco, lugar que durante el partido nunca más recibiría un gol.