Autor: Laura Bayer
Además de conseguir resultados competitivos, un entrenador es una de las influencias más importantes en el desarrollo personal y profesional de sus jóvenes pupilos. Las enseñanzas de preparación física y táctica deben complementarse con una preparación mental, para enfrentar los momentos donde baja el ánimo o aumentan las ansias por el éxito.
Un buen ‘profe’ conoce las emociones de sus jugadores, pues el deporte necesita un estado de ánimo de motivación continua. Un deportista puede entrenar por horas, alimentarse bien y aprender las jugadas del rival de memoria, pero si su ánimo baja, la práctica de la disciplina no será la más poderosa.
No hay deportista más competitivo que aquel que logra verse en los ojos de su entrenador. Porque es esta figura la que se convierte en un líder que conecta con todos los miembros del equipo y hace que trabajen por un mismo objetivo con el mismo entusiasmo. Un equipo sintonizado se destaca en el terreno de juego.
Cuando un coach logra ser ese referente para sus muchachos, ellos lo identificarán el día de mañana como esa persona que les enseñó valores a través del deporte tan importantes como el respeto, el reconocimiento del compañero y del rival, el juego limpio, el éxito por el esfuerzo y la superación a las derrotas.