Foto: Liseth Camila Durango
Por: Liseth Camila Durango
Después de un partido de gran tensión y competencia, con un resultado corto de 1-0, su equipo logró avanzar a la final del Babyfútbol Sala. Gabriel Bracho Asprilla protagonizó un gesto que va más allá de la victoria. Mientras sus compañeros celebraban con entusiasmo el triunfo, él, con una madurez sorprendente a sus 13 años, no dudó en ir hacia los jugadores contrarios, les extendió la mano, los ayudó a levantarse del suelo y les dedicó palabras de aliento. “No pasa nada, son muy buenos, la próxima vez será para ustedes”, les dijo con una sonrisa genuina, dejando en claro que, aunque la competencia es intensa, el fútbol es un espacio para el respeto mutuo.
Este gesto no solo mostró su carácter en el Festival de Festivales, sino también los valores que sus padres le han inculcado. Ha crecido en un hogar donde el respeto por los demás es fundamental. “Mi mamá, Luz Dary, siempre me ha dicho que, aunque ganemos o perdamos, debemos darle la mano al rival, porque todos somos seres humanos y no debemos hacer sentir mal a los demás”, comentó.
Para él, el fútbol no solo es una cuestión de ganar, sino de aprender a manejar tanto las victorias como las derrotas. Sabe que perder es parte del juego y, como él mismo dice, “es normal ganar y es normal perder”. Sin embargo, lo que más valora es que, independientemente del resultado, siempre prevalezca el respeto y la empatía hacia los demás.
Este tipo de comportamientos, en donde el espíritu deportivo y el respeto a los rivales son prioridad, son los que convierten a Gabriel Bracho en un verdadero ejemplo para sus compañeros y para todos aquellos que sueñan con triunfar en el deporte. Con una mentalidad de ganador, pero también con un corazón lleno de sencillez, demuestra que el fútbol, es mucho más que competencia. Ahora se siente preparado tanto física como emocionalmente para la final del Babyfútbol Sala Gatorade y lo que venga en su camino.