La actitud lo es todo en el deporte y con ella, demuestras los valores que tienes como deportista. El respeto por el rival, el trabajo en equipo, tu compromiso con tu disciplina, incluso la transparencia con la que ejecutas las jugadas son cosas que se notan a simple vista por los espectadores y que hacen que tu actuación deportiva sea memorable para ellos.
Todos estos valores pueden resumirse en dos palabras: juego limpio. Puedes ser calificado por el entorno que te rodea como un buen o mal deportista dependiendo de las decisiones que tomas: qué está bien, qué está mal o jugar según las normas o no. Es algo que incluso puede seguir identificándote aunque la competencia haya terminado.
Implementar los principios del juego limpio en tu vida puede fijar la forma como te tratará la gente, incluso antes de conocerte como persona y no como deportista. Empieza a formarte en el espíritu deportivo: muestra respeto por ti mismo y por los demás (en la vida te encontrarás con toda clase de competidores y árbitros, verás que no solo en el campo de juego). Respeta las normas, sé tanto buen ganador como buen perdedor y sobre todo, ¡diviértete! Nada mejor que disfrutar por ser parte del espectáculo y poder mostrar que tu talento es único.
El deporte no tiene sentido sin el juego limpio. Es el que nos da la oportunidad para compartir, hacer amigos y pasarla estupendo.