Por: José Alejandro Calderón Ramírez
El día fue perfecto, el cielo despejado exhibía un azul celeste; casa llena, las tribunas de la cancha Marte 1 estaban colmadas, a algunos espectadores no les importó estar parados y expuestos al sol intenso con tal de presenciar la final de la edición 33 del Festival Pony Fútbol organizado por la Corporación Deportiva Los Paisitas. En esta ocasión Belén La Nubia enfrentó a Itagüí.
En las gradas las familias se congregaron para disfrutar del espectáculo, los seguidores del equipo de Belén identificados con el azul y el blanco, sus colores clásicos, desplegaron banderas, bombas, un bombo y un redoblante, cantan ¡Nubia, Nubia, Nubia, Nubia! Los de Itagüí dispusieron de su propia parafernalia, se distinguieron por el color amarillo, portaban la bandera del municipio, franjas horizontales amarillo verde y rojo, también usaron instrumentos, su clamor de aliento, ¡Itagüí, Itagüí, Itagüí, Itagüí!
Los jugadores de La Nubia llevaron su uniforme azul y blanco, los del sur del Valle de Aburrá vistieron de negro y amarillo. Comenzaron los actos de protocolo, sonó el himno de Antioquia, los rivales se dieron la mano. Se cerró con un saque de honor, Daniel y Andrés, hijos del fallecido Roberto Hoyos, se presentaron para rendir homenaje a su padre, una de las figuras más queridas e influyentes en la historia del Festival.
La Nubia llegó a la final como una de las ofensivas más poderosas del torneo, hasta el día de la final registraba 16 goles a favor, apenas dos en contra, 5 partidos ganados y un empate. Su estilo se fundamentó el buen manejo del balón, la velocidad y el desequilibrio generado por sus hombres en punta. El nombre clave es Sebastián Girado el número 9, goleador del torneo que hasta la fecha sumaba 9 anotaciones.
Por otro lado Itagüí se consolidó como uno de los equipos con mayor solidez en defensa, cero goles en contra, desde la fase grupos hasta las semifinales, un registro inédito en el torneo, su récord tres victorias e igual cantidad de empates. Sus mayores fortalezas, el orden, el trabajo colectivo y la seguridad en la zona posterior.
El escenario estaba dispuesto, el juez dio la señal y los de Itagüí ejecutaron el saque inicial. Durante los primeros minutos el desarrollo del encuentro mostró dos fuerzas parejas, la primera aproximación fue para los de negro y amarillo, Jean Paul Areiza filtró un pase para Sebastián Jaramillo, quién recibió el balón en el sector izquierdo del área rival, remató a la puerta con fortaleza, el balón salió por encima de la portería. Al minuto 9 Sebastián Girado, de La Nubia, ingresó por el sector izquierdo de la defensa de Itagüí, superó a dos rivales con su velocidad y sacó un potente disparo de pierna izquierda, la pelota se estrelló contra el larguero.
Con el transcurrir de los minutos el ímpetu que los Itagüiseños mostraron al inicio se fue diluyendo y los de Belén consolidaron su dominio en el campo contrario.
Pasados casi 20 minutos de juego, tras un tiro libre ejecutado detrás del medio campo, Marlon Ramírez, de La Nubia recibió el balón en el área y fue derribado por Juan Esteban Guevara de Itagüí, el juez decretó pena máxima. El encargado de cobrarla fue Girado el número 9, el hombre más influyente del compromiso. Impactó el esférico con su pierna derecha, salió raso, hacía el palo derecho del portero, el balón por fuera de la meta. En el conjunto de Medellín todos se lamentaron. En la tribuna los seguidores del equipo negro y amarillo celebraron.
Hacía el final de la primera mitad La Nubia generó una buena cantidad opciones claras de gol. Incluida una espectacular maniobra individual de Girado, quien se deshizo de un oponente con un taco y tomó rumbo al área para rematar al arco sin éxito. Por su parte Itagüí había logrado hilvanar algunas aproximaciones al área rival. Los de Medellín abandonaron el terreno con mejores sensaciones.
Inició el segundo período, La Nubia reanudó su arremetida, tal como cerró el primer tiempo. Tras un tiro de esquina, uno de los jugadores del equipo de Belén conectó un cabezazo que fue rechazado por el arquero, pero el número 6 Andrés Palacios se hizo con el rebote, control con pierna izquierda, resolución con pierna derecha, gol a favor de los de azul y blanco. Tres minutos después, Sebastián Girado luchó una pelota dividida, ganó en velocidad y fuerza, superó al defensa rival y definió ante la salida del arquero. Tras fallar varias opciones en el transcurso del partido, por fin logró su primera conquista. El marcador indicaba dos a cero a favor del conjunto Betlemita
Itagüí trató de adelantar sus líneas, el espacio a sus espaldas fue aprovechado por los futbolistas de La Nubia, que buscaron tomar ventaja de la velocidad de Girado y Alcázar, sus hombres más veloces e incisivos. Continuaron los embates y a los del sur del Valle Aburrá se les dificultó contener el juego ofensivo de los de Medellín.
Transcurrida la mitad del segundo tiempo, Itagüí pareció despertar de su letargo y logró elaborar una jugada en ataque. A pesar de la escases de tiempo y de la diferencia en el tanteador los hombres de amarillo y negro hicieron gala de su espíritu combativo, lucharon cada balón como si fuera el último.
El reloj marcó el minuto 24, el 9 de La Nubia recibió un pase largo por la franja izquierda, condujo con velocidad hacía al centro, no encontró mayor oposición y definió con borde interno frente al achique del guardameta de Itagüí, fórmula repetida. La estocada final.
Girado fue sustituido al minuto 30, abandonó el terreno en medio de aplausos. Ya en la tribuna resonaba el ¡campeón, Nubia, campeón! El juez designó el final del encuentro. El banquillo de los de Belén irrumpió en la cancha en medio de saltos y gestos de euforia, hubo lágrimas de emoción en algunos, todos se abrazaron. Por el lado de Itagüí llantos de tristeza, cabezas bajas, unos cuantos no resistieron la zozobra y se tiraron sobre el césped de La Marte. A pesar de la derrota fueron aplaudidos y coreados por la tribuna.
Así es el juego, pero la esencia del Festival de Festivales es mucho más que eso, el deporte es concebido como un instrumento de formación y transformación. Sin dudas, más allá de los resultados, no hay un trofeo que sume más que la ilusión, el esfuerzo y la alegría de los miles de niños que han sido parte de ésta gran fiesta. De allí nace la noción de “deporte con sentido social”.