A ritmo de chirimía y con sabor a “guacuco”

13 enero, 2016

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Por: Rodrigo Pérez Ríos

Para viajar a Medellín y participar en el Babyfútbol de Salón Comfenalco, el equipo La Misericordia, de Riosucio, Chocó, tuvo que viajar doce horas por tierra en transporte público, soportando las inclemencias del clima e incluso, las trochas y el mal estado de las carreteras del departamento chocoano.

Riosucio es un pueblo ubicado en las orillas del Río Atrato, que limita con Panamá, el Urabá antioqueño y vive de la explotación agrícola, pecuaria y forestal. La gastronomía no se queda atrás. Eder Asprilla, uno de los delegados del equipo La Misericordia, destaca el ‘guacuco’, un sancocho de pescado hecho en leña con queso, cebolla y zumo de coco, como una de las comidas predilectas en la región.

Acompañados por algunas de sus madres, directivos del Inder Riosucio y los técnicos, la delegación de La Misericordia recogió mediante rifas y ventas caseras, cerca de 16 millones de pesos para costearse el viaje y la estadía a Medellín. “La ilusión de nosotros era conocer esta gran ciudad. La gente nos brindó acogida, cosas diferentes y sobre todo, escenarios deportivos de calidad”, afirmó Juan David Caicedo, uno de los delegados.

El público asistente al coliseo Jorge Valderrama de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, donde se desarrollan las competencias del Babyfútbol de Salón, disfrutó de la peculiar personalidad de Joiler Rodríguez Mena, el jugador más extrovertido, jocoso, risueño y charlatán del equipo chocoano. “Me gusta imitar a todo mundo, gozarme la gente, vivir alegre, nadar en el Atrato, jugar fútbol y hasta mirar las mujeres”, dice en medio de risas.

Pese a quedar eliminados en la fase de grupos del certamen, este equipo oriundo de un pueblo con tradición futbolera, musical, gastronómica y hasta religiosa, se fueron a su tierra agradecidos por el apoyo que les brindaron, la oportunidad, el ‘vitrinazo’ y lo mucho que conocieron. Anyuer López, Hedilson Vargas y Cristian Valoyes, solo por mencionar los más habladores se despidieron bailando chirimía y con la ilusión de algún día volver a Medellín, ganar y montar nuevamente en Metro y todos sus sistemas articulados. “Eso es lo mejor. Y ahora el Metrocable… parece uno volando”, comentaron.