Autor: Vanessa Villa
Fotógrafo: Andrés Ángel
En el campo de béisbol Luis Alberto Villegas se está jugando el primer partido de la fase semifinal. Los equipos Inder Medellín y Talentos Córdoba dejan todas sus energías en el jardín para ganar el cupo a la gran final del Festival de Béisbol. Entre carreras y batazos se va definiendo al ganador. En las tribunas, expectativa y ansiedad. En el campo, diversión y adrenalina.
El turno al bate es para Juan Fernando Kerguelen, de Talentos Córdoba. Luego de dos ‘strikes’ y tres bolas llega un pequeño accidente que no impide que siga jugando. El sudor que le brota de la frente y la respiración acelerada muestran que fue una gran carrera. Su equipo va ganando el juego con gran ventaja y no puede evitar sonreir.
Con 11 años, “El mono” como cariñosamente le llaman sus compañeros de equipo, es relativamente nuevo como jugador de béisbol, deporte que practica hace un año. Su mamá los inscribió a él y a su hermanito de 5 años al Club La Inmaculada, de Lucho Escobar. Fue el mismo Juan Fernando quien le pidió a sus papás que lo llevaran a una escuela a practicar. Desde entonces no ha parado de jugar y de cosechar anécdotas y victorias.Con su equipo acaba de pasar a la final del Festival de Béisbol, en el que fue condecorado como jugador destacado en el juego, o MVP.
El mono, admirador de los Yankees de Nueva York, tiene muy claro su objetivo de pertenecer a las grandes ligas, para jugar en la posición de su ídolo Aaron Judge, quien como él juega en Right Field. Para lograrlo, sabe que lo más importante es amar el béisbol más allá de todo. En sus palabras dice que “hay que tener disciplina y no ser grosero con el profesor. Le encanta su deporte, gane o pierda… Si uno pierde está bien, siempre habrá otro juego”.
Al finalizar el juego, seguramente, llamará a sus papás y hermanito, quienes se quedaron en la casa, en el corregimiento de Boca de La Ceiba, en Córdoba, para contarles sobre su victoria. Es su primera vez jugando en Medellín y se está quedando en la casa de la familia de uno de sus compañeros de equipo. Cariñosamente dice que Jairo, el papá de su compañero, “lo adoptó como parte de su familia en Medellín”. Jairo, por su parte, describe al “mono” como un niño lleno de energía, de ternura, de nobleza y de perseverancia y afirma que en el equipo llevan un niño para el futuro.