Autor: Daniela Acevedo
Fotógrafo: Andrés Henao
El jardín del diamante “Luis Alberto Villegas” se ha visto adornado por una flor, que da frutos al turno del bate y recoge cosechas cuando se le ha dado la oportunidad de estar en cuclillas como cátcher.
Desde Quinamayó, Valle del Cauca, el profesor Pablo ha traído para su novena a María Fernanda Viáfara, que a sus doce años demuestra su carácter desde los gestos técnicos del deporte que ama, hasta su papel de mujer y líder en el equipo.
Es la única niña del grupo, y demuestra con ello que el rol de la mujer, tanto en el mundo como en el béisbol, es de seguridad, de infundir y ganarse el respeto de los que la rodean. “Yo me siento muy bien, soy parte de mi grupo en todo momento, porque todos somos iguales, nadie se trata de manera diferente” comenta María Fernanda.
El ejemplo de la familia es un factor fundamental a la hora de explicar el por qué de tanta madurez en un ser de tan aparentemente pequeña edad, pero no es precisamente porque haya dejado de ser niña, es por el sentido de pertenencia por lo suyo.
“Mi madre es mi admiración, ella es modista y me apoya en todo momento, a mi papá lo quiero y respeto mucho, él es maestro y le enseña a niños que se están recuperando de la drogadicción, y tengo a mi hermana pequeña, ella me motiva mucho” dice María Fernanda al ser entrevistada.
Su gusto por comer huevo al igual que el disgusto por jugar fútbol, son tan claros como la admiración que se refleja en los que tienen la oportunidad de ver jugar a la pequeña que sonríe en el campo y bandea con porte y sabor, el uniforme rojo que representa la pasión del equipo vallecaucano.