Foto: Daniel Escobar
Por: Camilo Zuluaga Builes Vélez
El béisbol, cómo cualquier espacio natural de la vida, tiene formas algo curiosas y llamativas de tejer historias. En la costa colombiana, exactamente en Cartagena, 2 niños crecían al tiempo sin conocerse, pero compartiendo el mismo amor por el mismo deporte. Keiver Zapata y Salomón Orosco, ambos de 12 años, construían sus sueños desde orillas opuestas: uno en Titanes y el otro en Pelota Caliente, pero tuvieron algo en común y es que los Yankees, de Bogotá, los citaría a ambos para reforzar sus filas en el Festival de Festivales 2025.
“Lo que más admiro de Salomón es su esfuerzo”, afirmó Keiver, resaltando la cualidad más valiosa de Salomón; mientras este respondió con una sonrisa y expresando que “y yo su manera de batear”. Keiver alterna entre pitcher y jardinero; mientras Salomón domina la segunda base y el outfield.
Estos pequeños, junto con sus compañeros, llevaron a los Yankees a hacer historia, pues es el primer equipo bogotasense en alcanzar una final del Babybéisbol. Aunque el título se les escapó con un resultado bastante diferencial, Keiver brilló con luz propia al ser nombrado mejor outfield de la competencia.
Keiver y Salmón, mejores amigos desde que se unieron al equipo de la capital, tuvieron algunos comentarios tras perder “nos faltó batear más y actitud”; sin embargo, con miras a tocar las estrellas y representar a la Selección Colombia algún día, esta amistad muestra que en el Festival de Festivales se forjan grandes jugadores y relaciones.