Por: Luisa María Gallo G.
Fotografía por: Andrés Henao
Magda Baquero es la mamá de Josué Castro Baquero, quien con 11 años viene a reforzar al conjunto Estrellas del Mundo. Vive en Bogotá y cada año pasa diciembre y enero en Cartagena, ciudad en la que nació su papá y de la que él se siente hijo.
Su mamá dice que Josué posee un talento innato que no solo ve ella sino los aficionados al béisbol. Desde los dos años, mientras reconocía el mundo que lo rodeaba, su juego preferido era este. El gusto por el deporte de la ‘pelota caliente’ apareció cuando veía a su papá jugando como receptor, misma posición que él prefiere ocupar.
Mientras ella estuvo en embarazo de su único hijo fue sometida a una cesárea de urgencia como consecuencia de un mal diagnóstico médico. Su hijo pasó su primer año en diferentes hospitales, pues cuando estaba a punto de salir a los diez días, contrajo una infección, enterocolitis, que le hizo perder su intestino grueso. Más tarde, tuvo una peritonitis y una lista larga de sometimientos y cirugías que aparentemente no bastaban para mantenerlo con vida. Sus papás habían escuchado de los médicos que por su hijo no había nada que hacer, que él iba a morir y que esperaran ese informe.
Fue en ese momento de desesperanza que Josué fue bautizado. Un capellán llegó al hospital para cumplir el sacramento. Josué significa salvación y como una evocación ante Dios, recibieron respuesta. Josué se salvó. Su mamá cuando lo ve en el campo piensa colmada de orgullo “Todo se lo debo a Dios”.
Con hipoacusia bilateral, discapacidad que lo confirma como un niño sordo, Josué juega béisbol y también disfruta el fútbol. Habla lengua de señas y juega en el Club Yankees de Bogotá. Ahora ha logrado mejorar su escucha gracias a un aparato auditivo, siente alegría al jugar y no le cuesta hacerlo. Lo que menos le gusta al jugar es “estar atrás esperando”, prefiere ser catcher, pitcher o estar en las bases.
De los dos bates que trajo al torneo no tiene ninguno preferido, usa cualquiera pues se los han dado sus papás. Es un niño simpático que mira a los ojos y según Magda, deja una novia en cada puerto, mientras él dice entre risas picaronas que no entiende el por qué la mamá cuenta esas cosas.