Por Carolina Cortés
Un afiebrado por el deporte, así se puede denominar a Jaime Agudelo Trujillo. Entre hockey, patinaje, sóftbol y fútbol repartió muchos años de su adolescencia y juventud, logró ser campeón y subcampeón nacional en varias de estas disciplinas. Una lesión delicada en la rodilla izquierda lo obligó a abandonar el deporte.
A este entrenador de patinaje, además del deporte, le apasiona la veterinaria. Así, la tranquilidad la alcanzó cuando se jubiló y decidió vivir a una finca en Yolombó, cuidar de sus animales y disfrutar de la naturaleza, aunque faltaba el ingrediente deportivo.
La plenitud llegó cuando, después de 30 años, sintió el impulso de retomar el patinaje, esta vez, para entrenar a las niñas del pueblo donde vivía que, con patines de plástico, jugaban en las calles y no tenían dónde explotar ese gusto ni tampoco quién las dirigiera. Volvió a Medellín, pero solo con un objetivo, que desde la Liga de Patinaje le enseñaran la parte administrativa y lenguaje técnico que desconocía pero que requería para comenzar a impulsar el deporte de ruedas en Yolombó.
Justo antes de iniciar el entrenamiento preparatorio para asistir al 3° Ponypatinaje, sufrió un accidente en motocicleta: varios huesos fracturados y diferentes lesiones ocasionaron una hospitalización con la que Jaime no contaba. La tecnología se convirtió en el aliado de este entrenador y los patinadores. Las mamás en mensajeras, enviaban videos a Jaime para que corrigiera las posiciones de los deportistas, por medio de llamadas les indicaba cómo debía ser el entrenamiento, los obstáculos y los tiempos. Su tiempo de recuperación lo dedicó a entrenar a distancia.
A 5 días del Festival, Jaime fue dado de alta, pudo recibir a su equipo y, aunque un poco limitado por estar en silla de ruedas, busca cómo disfrutar el Festival y ayudar a sus pupilos para que lo vivan con la misma fiebre que él siente por este deporte.