Dominar el golpeo del balón es un trabajo de constancia, empeine para pegarle con fortaleza, borde interno para darle ubicación y 3 dedos para generar arte. Por eso la pegada del nuevo '10' del Festival de Festivales, Matías Duque, está en los radares de todos los asistentes a la Marte.
Foto: Manuel ‘Chino’ Quintero
Por: Diego Vega
Los balones que recibía Matías Duque de aguinaldo fueron forjando su destino. Los regalos de Papá Noel, los traídos del Niño Dios o simplemente los obsequios que con esfuerzo sus padres le daban, iban encaminados a enamorarlo, a hacerlo feliz. Aquellos esféricos que desenvolvía con emoción eran sus amigos en las canchas de Marinilla, lugar donde nació y del que se siente orgulloso y busca representar en cada partido.
La calidad técnica con la que golpea el balón es una mezcla de don y trabajo. Sabe que le pega bien; sin embargo, entiende que debe perfeccionarse día a día. La constancia y disciplina han hecho que practique a doble jornada, con su club Ferroválvulas y por su propia cuenta en las canchas de su municipio. Cada centro, cada tiro, cada pase o cada gol olímpico, son horas de entrenamiento donde en ocasiones solo es el balón y él.
La fuerza de su pegada ha sido cultivada por un hobbie que tiene gracias a su papá, quien en el municipio de Peñón se metía al agua para pescar. La natación le ha dado la fortaleza en las piernas que le ha servido para su tiro y para resistir la intensidad de un partido.
Su director técnico sabe de la calidad de jugador que tiene, pero también conoce muy bien al ser humano que está en la cancha. Lo define como un ejemplo para sus compañeros por sus buenos valores, compañerismo, respeto y solidaridad. Es una ficha clave para ellos. Es quien apoya a los jugadores, el que les da tranquilidad y confianza, el que les sube el ánimo por medio de su calidad. Eso ha notado el profe en la cancha, esa calidad ha ayudado a que sus jugadores jueguen con seriedad, con contundencia y manejo de balón, demostrando así el trabajo grupal.
Ante las cámaras Matías es un chico risueño, tranquilo y carismático. Lo mismo demuestra en la cancha. Apenas entra al campo y maneja las riendas de la pelota se nota que goza, que hace todo con alegría; término esencial en el fútbol porque da calma, confianza, seguridad. Término que en muchas ocasiones se olvida y que aquí, en el Babyfútbol Colanta se quiere resaltar y nunca jamás olvidar.
