Autor: Vanessa Villa Muñoz
Fotógrafo: Andrés Henao
Ismael sobresale a lo lejos. Quizá son los tenis rojo vivo que hacen juego con su uniforme negro, las gotas de sudor que le asoman por la frente, sus ojos color miel o la alegría contagiosa de su sonrisa: “Gané tres de cuatro partidas”, afirma, mientras se recuesta en el brazo de Eusebio, su papá, quien lo acompaña al torneo.
Este pequeño, que llegó desde Tocancipá para participar del Festival de Ajedrez Indeportes Gobernación de Antioquia, es espontáneo, risueño, inquieto y conversador, aunque en el juego se muestra concentrado y seguro. Se pone de rodillas para jugar, porque por su estatura no alcanza el tablero y mueve cómodamente sus fichas, con la confianza de que esta será su cuarta victoria.
Juega ajedrez hace 5 años, o casi, porque como él mismo lo dice, ya tiene casi 10. Su tiempo transcurre entre las fichas, el tablero y su teléfono celular donde practica, analiza e idea nuevas jugadas, pero también lo dedica a su otra pasión, la oratoria. En sus discursos, cuando no son definidos por los jurados, habla de paz y de valores, y ha cosechado múltiples reconocimientos, entre ellos una beca para estudiar inglés, de la que habla orgulloso.
Su papá se dedica a la filosofía y a la literatura y fue él quien le inculcó la pasión por las letras, pero Ismael tiene muy claro que quiere ser militar porque, según dice, quiere llevar la paz a los pueblos jugando ajedrez. Y es que para él los militares requieren la estrategia que esta disciplina desarrolla, además de que es un deporte de paz, en el que “cada uno debe aprender a convivir y a enfrentar sus miedos”. En otros deportes se tiene la fuerza física, mientras que en el ajedrez se tiene la agilidad mental para mover todas sus fichas en armonía para lograr un buen juego.
Ismael y su papá regresarán a Tocancipá después del Festival de Ajedrez para seguir practicando. Les queda un sabor amargo por haber perdido uno de los juegos, pero se alegran de haber ganado los demás. Agregan que a veces se puede ser campeón y otras quedar de último, porque así es el ajedrez.