Foto: Emmanuel Rivera
Por: Emmanuel Rivera
Martín Noreña, con 13 años, ha encontrado en el baloncesto una pasión, una conexión familiar y un camino hacia el futuro. Originario de Granada, Antioquia, creció inspirado por su hermana mayor, Ana Noreña, quien desde joven destacó en selecciones de Antioquia y en importantes torneos nacionales. Fueron los logros de Ana los que encendieron en Martín el sueño de llegar lejos en el deporte que ambos aman.
Desde los 6 años, este calidoso comenzó a driblar y lanzar en su pueblo natal, apoyado por sus entrenadores en Granada. Sin embargo, su determinación lo llevó a Rionegro en busca de nuevas oportunidades. Bajo la guía del profesor Santiago, Martín mejoró su técnica y vivió experiencias que marcaron su vida en el baloncesto. Más tarde, hizo una pausa mirando hacia el futuro y fue junto a su abuela Carmen y Ana, cuando tomó la decisión de mudarse a Envigado para seguir persiguiendo sus metas.
Hoy, Ana, además de ser una destacada deportista, ha ampliado su rol en el baloncesto como jueza. Su ejemplo motivó a Martín a explorar una faceta distinta del deporte: el arbitraje y mesa de control. Gracias a las charlas de capacitación organizadas por la Liga Antioqueña de Baloncesto y el apoyo incondicional de Ana, él comenzó a colaborar como juez de mesa de control en torneos de clubes como Promesas y ABA. Este rol le ha brindado una nueva perspectiva del juego y le ha enseñado a valorar el trabajo de los jueces en la cancha.
Aunque ahora equilibra su tiempo entre el arbitraje y el rol de deportista como su hermana, Martín sigue soñando con grandes logros. Inspirado por los éxitos de ella, trabaja incansablemente para disfrutar del baloncesto desde ambas caras de la moneda: como jugador y como juez en la mesa de control. Para Martín, el baloncesto no es solo un deporte, sino una herramienta que ha unido a su familia, le ha enseñado y ha forjado caminos llenos de propósitos. Y esto lo demuestra junto a su equipo en el Babybaloncesto.