Autor: Vanessa Villa
Fotógrafo: Andrés Ángel
“…Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas…” Eduardo Galeano. El libro de los abrazos
El partido comenzó a las 2:00 de la tarde. En la rama femenina Anorí y La Ceja se disputan su cupo a la semifinal. Entre cánticos, las barras de cada equipo animan la competencia y el ambiente se enciende con con cada minuto que pasa.
No finaliza aún el primer cuarto y en el partido ya se sabe quién será la figura, se trata de Estefanía Correa López, número 6 del equipo de La Ceja, quien ha sido la autora de los 19 puntos que suman el total de cestas hechas por su equipo y que, hasta ahora, escriben el nombre de La Ceja en la lista de semifinalistas del Festival de Baloncesto.
Estefanía juega con agilidad, contundencia y rapidez. Se le ve de un lado al otro de la cancha y a veces da la impresión de que desaparece. En su rostro se evidencia la pasión, la adrenalina y la concentración con la que hace cada jugada. Como en un baile o un ritual, alcanza la cesta con armonía y confianza, como si se hablaran, como si el terreno fuera suyo, como si el equipo rival no existiera. Se diría que lleva fuego adentro.
Ese fuego, que arde con cada drible y cada cesta, es el mismo que caracteriza su carácter y su presencia. Para su entrenador, Andrés Espinosa, Estefanía es una joya del equipo, que respira baloncesto y que ama al deporte de la pelota naranja por encima de todo. Dice también que con el baloncesto ha aprendido a controlar los impulsos de ese fuego interno que, a veces, le juega en contra.
Su mamá, Cielo, la acompaña llena de orgullo en todos los partidos, en los que esta jugadora deja toda su fuerza. Cielo habla también de ese fuego que desprende Estefanía. Admite que es muy buena académica y deportivamente, pero que ha tenido que aprender a controlarse, a usar su fuerza para driblar, para anotar y aprender. Dice que en ese proceso, su entrenador ha tenido un papel fundamental, porque es quien le ayuda a direccionar sus impulsos hacia el deporte.
Para Estefanía el baloncesto ha sido la motivación, la energía y el premio a su voluntad. Su entrenador es, a su juicio, “como su papá”. Ella misma cuenta, con mucho orgullo, que Andrés no la deja entrenar cuando es grosera, cuando contesta mal o cuando es agresiva o despectiva con sus compañeras. Estefanía ha aprendido, con el deporte, a mejorar su carácter, aunque admite que todavía debe trabajar sobre sí misma, pero que lo hará para seguir jugando y ser mejor.
Corre el último cuarto del partido, y Estefanía, con 27 puntos anotados, se corona como la estrella de este encuentro, en el que su equipo pasa a la fase semifinal, con un marcador de 55- 41. Sin duda, encendió el partido, llenando el aire de chispa, de alegría su equipo y de sorpresas a los asistentes que en este día hoy la vieron brillar.