A muchos niños que participan en el V Festival de Festivales, sus energías les permiten hacer esfuerzos adicionales para practicar y entrenar el deporte que les apasiona. Kevin Mauricio Gómez Soto es uno de estos casos, porque vive en el corregimiento de Santa Elena, en la vereda Piedra Gorda y desplazarse a Medellín es una odisea. Él por iniciativa propia, le colabora a su madre en la finca en la que vive, siembra frutas y hortalizas, saca tiempo para cuidar a sus tres hermanos menores y le quedan alientos para poder jugar baloncesto.
Kevin disfruta mucho vivir en el campo y sacar provecho de él, aunque algunas de las labores en las que ayuda se le hacen un poco complejas. “El único pero del campo es que cuando se hace el carbón, me quedo pendiente de él durante la noche, lo que me deja más o menos agotado y no voy a entrenar al otro día, pero eso es solo en vacaciones”, dice el niño, que cursa octavo grado y es uno de los jugadores más espigados y con mejor técnica del equipo de Inder Medellín, que participa en el IX Ponybaloncesto.
Soto debe madrugar mucho para llegar al entrenamiento en Medellín y en ocasiones no puede asistir ya que se compromete para cuidar a sus hermanos. “Como soy el mayor de mi casa debo de cuidar a mis hermanos y mi mamá me tiene confianza porque sabe que soy responsable. A veces tengo que dejar de lado el baloncesto para cumplir en mi hogar, pues soy consciente de lo importante que soy en mi casa”, agregó el infante quien a pesar del esfuerzo afirma no cambiaría el campo por la ciudad.
Su mamá no siempre puede darle los viáticos para ir a las prácticas, pero él dice que agradece mucho a su tía Magaly Soto Ruiz, quien siempre lo ha apoyado en la parte deportiva. “Cuando no tengo para llegar a Santa Elena, llamo a mi tía y ella me da posada y pasajes para el día siguiente”, comentó el niño, quien sueña con llegar a ser jugador profesional, aunque subrayó que, de no ser as,í estudiaría administración de empresas.