Fotografía: Manuel ‘El Chino’ Quintero
Por: Jorge Andrés Zuluaga Zuluaga
En las graderías de la canche Marte muchos se sorprenden con un niño al que la camiseta le llega casi hasta sus rodillas. No es un jugador, es mucho más joven que ellos. Algunos lo confunden con el hijo de algún integrante de la delegación, pero no es así. Se trata de Matías Álvarez, el utilero del equipo de Segovia.
“Matías es un niño muy despierto, muy estudioso, es uno de los mejores del colegio y por eso está acá”, comenta Nicolás Álvarez, delegado del equipo segoviano y quien además es su abuelo. A sus siete años, Matías cumplió el sueño de participar del Babyfútbol mucho más temprano de lo que cualquier niño podría imaginarse. Sin embargo, su meta es poder venir en unos años como jugador y representar a su municipio.
El pequeño utilero siempre está pendiente de entregarle el agua a los jugadores, recibir y entregar sus escarapelas e incluso está muy alerta ante lo que pueda requerir todo el cuerpo técnico. Aunque esa función la hace muy bien, no aspira a ser utilero en un futuro, más bien aprovechó la oportunidad de serlo para venir y conocer la cancha Marte. “Para mí es un orgullo que él esté acá junto a mí”, comenta su abuelo.
Matías se ha acoplado a la perfección con sus compañeros, es como si fuera el hermano menor de cada uno. En los momentos de nerviosismo previos a cada encuentro, él incluso funge como motivador: “Yo les digo que no piensen en el partido, que no se preocupen y que piensen en otras cosas”, explica.
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