Por: Rodrigo Pérez Ríos
Cuenta la historia que el tigre de Amalfi, en el Nordeste de Antioquia, existió. Dicen, llegó huyendo de otras localidades, al parecer, del intenso verano que lo azotaba. Robeiro, corre bajo el sol inclemente que por estos días hace en Medellín. Pero no huyendo, como el tigre, sino, intentando ganar cada competencia atlética en la que participa en el Babyatletismo.
Su nombre completo es Robeiro Alexander Cartagena Correa, tiene 12 años y por temas de rendimiento y económicos, no se dedicó al fútbol y al bicicrós, pero sí al atletismo. “Es un deporte bonito por ser individual, cada uno lucha por sus logros sin recriminación alguna. Es muy sano y te da el mejor estado físico”, afirma.
Su especialidad son las carreras de fondo. Sin embargo, por decisión de su entrenador y para completar la participación en la prueba, corrió los 60 metros vallas. Con la velocidad de un tigre, que puede alcanzar hasta los 50 kilómetros por hora en una edad temprana, Robeiro ‘el tigre’ Cartagena, borró a sus contendores y se colgó la presea dorada en el estadio de atletismo Alfonso Galvis de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot.
“Por lo general no hago carreras cortas. Mi preparación es para el fondo: 1.200 metros, por ejemplo. Por eso, me entreno hasta tres horas diarias en mi pueblo Amalfi. Cuento con el apoyo de mi mamá, mi papá y mi hermano, aunque él vive en Cartagena… hasta le hace alusión a nuestro apellido”, dijo en medio de risas.
Robeiro, por ahora, corre con zapatos prestados. Sus recursos no le han permitido tener unos propios. Eso no ha sido impedimento para ganar: “no cualquiera se pone en mis zapatos”, dice sin temor, pero sí con mucha ilusión.