Fotografía de: René Tobón
Por: Paola Andrea Garzón
Juan Pablo Molina es una historia de amor, amor por un deporte, amor por lo que se hace y, cuando hay amor, la perseverancia se destaca en sus cualidades, además del compromiso y, en este deporte artístico, el carisma y la actitud.
Descubrió el porrismo en su escuela hace 6 años, cuando un profesor pasó por los salones haciendo convocatoria de los interesados para una audición. El estigma de que el deporte es solo para las féminas le impidió empezar con las demás compañeras, su profesor de curso no lo dejaba. Su interés era tal que se escapaba para ir a entrenar, siempre apoyado por su familia la cual le asegura que “va a ser el futuro campeón.”
Con 14 años, Juan Pablo tiene que lidiar con una enfermedad que le aqueja el corazón con la cual debe tener mayor atención al momento de hacer actividad física, sin embargo él afirma que, para mantener su corazón estable, “no me excedo del límite y me relajo cuando siento que me voy a marear” teniendo control de su cuerpo. Aun así, su entrenador cuenta que hubo un torneo en el que la camilla de urgencias hizo parte del paisaje, pues terminó su rutina exhausto.
De su grupo Diamonds, equipo ganador en su modalidad en el Festival de Porrismo, es quien más entrena ya que dedica 5 horas los días miércoles, viernes y sábados para recordar los pasos de las rutinas debido a que también tiene discapacidad cognitiva. Su técnica se basa en mirar, aprender y practicar y son sus compañeros de equipo quienes siempre están a su disposición para ayudar a que tenga un aprendizaje en el que no olvide la rutina.
Este año inicia el grado octavo pero ya sabe que, en su futuro, espera ser un gran diseñador de modas y sin sentirse menos que los demás por sus diferentes situaciones motiva a los demás quienes, por una u otra razón, no siguen sus sueños diciendo que “Querer es poder y, si quieren algo, se tienen que esforzar para llegar a ello.”