Por Daniela Areiza Areiza
Para Pablo Guarín el 10° Festival de Ponyvoleibol ha sido una experiencia totalmente enriquecedora: es la primera vez que sale de Bogotá a competir, primer año que su colegio, el Liceo Boston, tiene una representación masculina en voleibol categoría Mini y además, primera vez viaja sin sus papás.
Aunque no han tenido barra en las tribunas del Yesid Santos, porque vinieron solo con su entrenadora desde Bogotá, han entregado todo en la cancha, siempre con la convicción de dejar el nombre de su colegio y de su región por lo alto. Solo han ganado un partido pero la experiencia los ha llenado de motivación para seguir.
Pablo, aunque no comienza entre los titulares del equipo, siempre está a la espera de que su entrenadora Mónica le dé la oportunidad de jugar. Así, mientras está sentado en el banquillo, alienta a su equipo y aunque sea el único gritando “Boston, Boston”, sirve como motivación para el resto de sus compañeros.
Llama la atención porque en el momento de jugar siempre lleva puestas sus gafas, se siente cómodo y además las necesita porque de lo contrario “no vería el balón muy bien”, asegura. Pablo es habilidoso y ágil en la cancha, sobresale sobre sus compañeros por su actitud de líder mientras juega y también mientras espera su oportunidad.