Por: Verónica Múnera Ramírez
“El agua me hacía sentir libre, pero el voleibol me hace volar”, fueron las palabras de Manuela Vargas Sánchez, una niña ex selección Valle de natación que tuvo amor a primera vista con el voleibol.
Con tan solo 10 años, Manuela decidió cambiar su rumbo y aunque por más de 5 años participó en varios eventos deportivos de natación, logrando primeros puestos, el amor y la pasión por la cancha la hizo cambiar de parecer.
“El voleibol es un deporte que me libera, además me gusta compartir con mis compañeras… es un deporte de familia, mientras que la natación es un deporte individual”, explicó la niña estudiante de la Escuela Mercantil de Tuluá.
Quizá el mismo destino la pondría a cursar sus estudios en el colegio que la haría enamorar del voleibol y sus amigas fueron una gran influencia para que tuviera el primer acercamiento con esta disciplina. Once meses después de practicarlo logró un cupo para estar en uno de uno de los festivales deportivos más importantes del país, un evento que le permite soñar y tomar conciencia de que nunca es tarde para hacer lo que se ama.