“Eso no es un deporte para niñas”, dijeron algunos, “esto es lo que realmente me apasiona” dijo en su lugar Katalina Castillo Pino, la niña que no se sintió a gusto ni con el ballet ni con el patinaje. Su verdadera felicidad la encontró en las artes marciales.
Una tarde de septiembre en 2021, la niña tierna de la casa llegó del colegio como de costumbre, todo transcurría con normalidad… Lo que desconocía su madre y sus hermanos mayores en aquel momento, es que Katalina iba a contarles algo que los dejó con la boca abierta: con apenas 10 años, se inscribió en clases de judo.
Saber que la más pequeña del hogar iba a practicar una disciplina que implica golpes y contacto físico constante, en un principio llenó de dudas a su familia. Aun así, Yolanda Pino, su madre, se aseguró de que Katalina se sintiera apoyada desde el primer minuto, respaldo que fue fundamental para que la menor alcanzara dos medallas, una de oro y otra de plata, en la cuarta edición del Baby Judo.
Lo que más sorprende de las preseas obtenidas en la jornada de competencia, es que la plateada la consiguió en una modalidad un poco desconocida para ella. Apenas tuvo tres días de preparación previo a su participación en la modalidad de Kata, dándole esto mucha más importancia a su reconocimiento. Claro, no se olvida su distinción dorada, la cual Katalina logró en la prueba individual sub13 femenino (-31 kilogramos).
Tener una personalidad delicada, ser amante de la poesía, y participar en las obras de teatro y los actos cívicos en el colegio, no significa que no exista la oportunidad de convertirse en una judoca profesional. Al contrario, el tatami es un escenario en donde pueden salir a flote las actitudes que se esconden en lo más adentro del ser:
“Es la princesita de la casa, le gustan muchos los abrazos, pero cuando entrena se le sale lo guerrera, demuestra su fuerza y su potencial. Es bonito ver esa otra faceta de ella”, dijo Yolanda de manera orgullosa acerca del aporte que el judo le ha traído a la vida de Katalina.